Hace 13 años tuve la oportunidad de entrevistar a los RCR. Y digo los RCR porque las siglas que dan nombre al estudio de arquitectos no son otra cosa que las iniciales de los nombres de sus componentes Rafael Aranda, Carme Piguem y Ramón Vilalta. Hasta para encontrar el nombre de la empresa han aplicado el proceso de abstracción «radical» que emplean en todos sus proyectos.
Es la segunda vez que el «Nobel» de la arquitectura mundial se queda en nuestro país y la primera que cae en manos de un trío de arquitectos que trabajan, todos para uno y uno para todos, desde hace casi tres décadas. El primer arquitecto español galardonado con el Pritzker fue Rafael Moneo en 1996.
Thomas J. Pritzker (Presidente de la Fundación Hyatt, la institución sin ánimo de lucro que otorga este reconocimiento) ha dicho sobre el fallo: » El jurado ha seleccionado tres arquitectos que llevan trabajando de forma colaborativa durante casi treinta años. El señor Aranda, la señora Piguem y el señor Vilalta han generado un impacto en la disciplina mucho más allá de su área de influencia inmediata. Sus trabajos abarcan desde los espacios públicos y privados a los edificios culturales y las instituciones educativas, y su habilidad de referirse al medio ambiente específico de cada lugar evidencia su proceso creativo y su profunda integridad».
El jurado declara conjuntamente que «sus trabajos son siempre fruto de una verdadera colaboración y al servicio de la comunidad.» Añade además el jurado que los RCR «entienden que la arquitectura y su entorno están íntimamente imbricados y saben que la elección de materiales y la estructura del edificio son poderosas herramientas para crear espacios duraderos y cargados de significado. »
«Por estas razones, que se ejemplifican en todos sus trabajos construidos, así como por su habilidad para expresar lo local, pero también lo universal, uniéndonos a todos a través de la arquitectura, se les ha concedido a Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramon Vilalta el Premio Pritzker de Arquitectura 2017.»
El galardón les será entregado el 20 de mayo de este año en el curso de una gala que se celebrará en el Palacio Akasaka de Tokyo (Japón).
Conocí a Ramón Vilalta en Madrid, pero en lugar de hacer la entrevista en nombre propio me dijo que prefería contestar a trío desde Olot. Me pidió que le enviara las preguntas y que le llamara, porque así todos podrían tratar mi entrevista como lo hacen con todos sus trabajos, colaborativamente. Así lo hice y de la conversación en la distancia salieron algunas de las «perlas» que ahora comparto con nuestros lectores.
El equipo en la base del proceso creativo
Pocedentes los tres de la escuela de arquitectura ETSA Vallés, Ramón Vilalta y Rafael Aranda son dos de esos amigos inseparables de la infancia. En el caso de Aranda y Vilalta, han permanecido juntos desde COU. Luego llegó al estudio Carme Pigem, quien hoy es, además de el tercer miembro del equipo, la esposa de Vilalta.
«Establecieron su oficina en Olot , su ciudad natal de Cataluña, región situada en el Noreste de España, resistiendose la llamada de la gran ciudad a favor de permanecer íntimamente conectados a sus raíces. El proceso que han desarrollado es una verdadera colaboración en la que ni una parte ni el total de un proyecto pueden ser atribuidos a uno sólo de los socios.
Su planteamiento creativo consiste en un entremezclar constantemente ideas y un contínuo diálogo», subraya el jurado del Premio Pritzker.
Más allá de la dialéctica creativa que entablan los tres arquitectos, el equipo integra a otros profesionales de dentro y fuera del estudio, cuyo trabajo conjunto genera un resultado verdaderamente coral. «…están los colaboradores propios de despacho en materia de estructura e instalaciones y, cómo no, los profesionales de la obra. En algunos casos como sucede con la cocina, sus sugerencias y aportaciones son importantes” , me decían en 2004 los RCR hablando del proyecto Les Cols, que acababan de hacer realidad.
La construcción forma parte del entorno natural y viceversa
«Todos sus trabajos tienen un fuerte sentido del lugar y están fuertemente conectados al paisaje circundante. Esta conexión viene de entender la historia, la topografía natural , las costumbres y las culturas, entre otras cosas, y de observar y experimentar la luz, las sombras, los colores y las estaciones. El lugar en el que se asientan los edificios, la elección de los materiales y las formas geométricas empleadas están siempre orientados a subrayar las condiciones naturales y a hacer que entren en el interior de los edificios», explica el jurado del Pritzker.
Basta con mirar los proyectos para darse cuenta de que es así. La bodega Bell-Lloc, en Palamós, enterrada como las raíces de los viñedos que producen las uvas, casi sabe a tierra. Lo mismo sucede con el respetuoso tratamiento de la identidad e historia del edificio industrial, una fundición, donde RCR tiene su propio estudio -2007-. Igual pasa con el trabajo en fases que han llevado a cabo para el restaurante Les Cols -Los Montes-, en Olot. Primero la remodelación de la masía con su sala dorada -2003-. Después el hotel de cristal y, por último, el espacio exterior para eventos, marquee, y su cúpula de polímero transparente asentada sobre fuertes muros de roca volcánica -2011-.
De este enfoque «holístico-naturalista» de los RCR ha nacido en 2013 la Fundación RCR BUNKA, dedicada a apoyar la arquitectura, el paisaje, las artes y la cultura en la sociedad. También ha conducido a que este trío de arquitectos sean consultores del parque natural de la zona volcánica de la Garrotxa.
La arquitectura está obligada a generar alegría de vivir
La bodega Bell Lloc, el estudio RCR y el restaurante Les Cols son sólo tres de los muchos proyectos en los que una y otra vez estos arquitectos han logrado generar espacios naturales para la convivencia, la vida y el disfrute humano.
“Creemos que una de las obligaciones de la arquitectura es tratar de intensificar la alegría de vivir, apelando a todos los sentidos, creando una atmósfera, usando tamices y filtros, …», me explicaban en 2004.
Original no es inaudito
«El paisaje, la arquitectura popular, el arte moderno, las culturas orientales. Todo sirve en el proceso creativo que consiste en ir al origen y aplicar mecanismos de abstracción», me dijeron entonces los RCR. “Entendemos original como ‘al origen’, no como ‘inaudito’. Nos interesa el concepto raso cuya forma y desarrollo posteriores siguen su camino”
La clave del éxito de los RCR no está en saber más que nadie de un tema, no está en la especialización, sino en su capacidad de encontrar soluciones «… no creemos en la especialización, lo interesante es que cada proyecto pueda ser un reto y un replanteamiento de la manera convencional de realizar las cosas,» subrayaban ya entonces.
Esta mirada curiosa, cargada de sinceridad, desprovista de toda soberbia a la hora de encontrar una solución creativa para cada problema es lo que ha hecho que los tres arquitectos hayan trabajado en proyectos de lo más variado: Museos, espacios culturales, comunitarios, centros docentes, domicilios particulares, restaurantes, una pista de atletismo y hasta un faro horizontal. La variedad de proyectos ha producido que el impacto de su trabajo se pueda encontrar en casi todos los ámbitos de la vida pública y privada de las personas. Precisamente esto es algo que subraya el jurado, como hemos visto arriba, cuando explica por qué ha elegido al estudio de Olot como ganador del Pritzker 2017.
Cierto que alguna vivienda han hecho y que algún proyecto por encargo, como la bodega Bel Lloc o el Restaurante Les Cols, han aceptado, pero los socios del estudio se declaran mayoritariamente amigos de los concursos. “El primer típico y tópico encargo que tuvimos, la reforma y ampliación de una vivienda y que no llegó a buen puerto. Nos cerramos a los encargos y nos abrimos a los concursos», decía Carme Pigem en 2004.
“Nuestra primera decisión todos a una. Uno de los primeros encargos que tuvimo. 200 apartamentos en Roses para un promotor. No lo pensamos ni un momento y dijimos ¡no!”, recordaba Rafael Aranda en la misma conversación a distancia.
Ni locales ni globales, sino todo lo contrario
Terminada la carrera, Rafael, Carme y Ramón, decidieron quedarse en Olot «para así poder dar rienda suelta a su creatividad en lugar de aprender el oficio con un arquitecto de prestigio» me explicaron en aquella ocasión. Lo que no quiere decir que estos arquitectos se encerraran en sí mismos sin mirar a su alrededor, sino todo lo contrario.
“Bebemos de los grandes maestros de la arquitectura como Mies, Kahn, Wright; de pintores como Groth, Rothko, Soulages; de escultores como Chillida, Oteiza, Quera; incluso también de calígrafos”, subrayaban entonces.
Esta andadura creativa del trío, desde las raíces, les había reportado ya entonces más de doce galardones nacionales e internacionales tanto de arquitectura como de interiorismo, entre los que destacan varios premios FAD, la selección en el Mies Van der Rohe de 2003, por su Estadio de Atletismo Tussols-Basil, la mención especial en los Euro-Belgian Architectural Awards 1995, así como varias invitaciones especiales a participar en la Bienal de Arquitectura de Venecia.
En lugar de diluirse, los RCR han logrado concentrar sus esencias, algo que el canal de televisión FR3 de Touluse valoró lo suficiente como para convertirlos en protagonistas de una película en 1993 titulada Le Volcan, la Forêt et les Architectes.
Su esencia «glocal» ha sido una de las razones por las que el jurado les ha otorgado este año el prestigioso Pritzker.
El jurado del «Nobel» de la arquitectura mundial lo reconoce y es más lo valora como uno de los motivos de peso por los cuales se les ha concedido el galardón: «En el momento en el que vivimos hay una pregunta que la gente se hace en todo el mundo, y no tiene que ver sólo con la arquitectura, tiene que ver con la ley, la política y con el gobierno. Vivimos en un mundo globalizado donde tenemos que confiar en influencias, comercio, negociaciones y transacciones internacionales, etc. Pero más y más personas tienen miedo de que debido a esta influencia internacional perdamos nuestros valores, arte y costumbres locales. Están preocupadas y a veces atemorizadas. Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramon Vilalta nos dicen que la conciliación global-local es posible y de la forma más bella y poética , que la respuesta a esta cuestión no es o la una o la otra cosa. Nos dicen que podemos, al menos en el ámbito de la arquitectura, aspirar a tener ambas, nuestras raíces firmemente afianzadas y nuestros brazos abiertos al mundo….».
El jurado encuentra que estos arquitectos «con base local evocan una identidad universal a través de su empleo creativo y extensivo de materiales modernos entre los que se incluyen el acero reciclado y el plástico»…»Han demostrado», dice Glenn Murcutt (Presidente del Jurado), «que la unidad de un material puede conferir una fortaleza y simplicidad tan increíbles a un edificio». «La colaboración de estos tres arquitectos produce una arquitectura descomprometida de nivel poético». «Representa un trabajo intemporal que refleja un gran respeto por el pasado, al tiempo que proyecta claramente que es una arquitectura del presente y el futuro».
No dice nada el jurado sobre el empleo del cristal por parte del estudio RCR, pero este es un material que, junto con el polímero transparente o dorado como en el comedor colectivo en Les Cols, ha sido es y será profusamente usado por Aranda, Piguem y Vilalta.
“El cristal es un elemento clave en la arquitectura de este siglo y nos interesa sobre todo trabajarlo en todos los registros posibles,» me explicaban, todos a una, en 2004.
Desde Olot para el mundo
Los creadores del faro horizontal de Punta Aldea (Canarias) han realizado desde que comenzaran su andadura a finales de los setenta y sin moverse de su localidad natal, Olot, una larga lista de proyectos dentro y fuera de nuestro país. Varios de ellos en Bélgica, Francia, incluso en Japón.
La vivencia que más me ha marcado a nivel profesional ha sido: «Nuestra experiencia de viaje al Japón, invitados por una compañía japonesa. Tan impactante en la capital Tokyo como trascendente en el Japón tradicional de jardines y templos budistas”, confesaba Ramón Vilalta en nuestra conversación a distancia.
El jurado destaca entre todas sus obras nacionales e internacionales: La Cuisine Art Center (Nègrepelisse, France, 2014), Soulages Museum in collaboration with G. Trégouët (Rodez, France, 2014), el Teatro La Lira en colaboración con J. Puigcorbé (Ripoll, Girona, España, 2011), Les Cols (Olot, Girona, Spain, 2011), El Petit Comte Kindergarten asociados con J. Puigcorbé (Besalú, Girona, España, 2010), la bodega Bell-Lloc (Palamós, Girona, España, 2007), la biblioteca Sant Antoni – Joan Oliver, Centro de mayores, Centro ciudadano y jardines Cándida Pérez (Barcelona, España, 2007), y la pista de atletismo Tossol-Basil (Olot, Girona, Spain, 2000).
Pero hay muchos otros, no menos representativos, aunque menos conocidos. Sólo por poner algunos ejemplos, los RCR han diseñado el restaurante Rodez para el chef Michel Bras en colaboración con G. Trégouët; el restaurante Adriá Enigma o el proyecto y zona comercial para la promotora IC Works en Saikaibashi (Japón).
Imagen sobre el titular.- De izquierda a derecha: Rafael Aranda, Carme Piguem y Ramón Vilalta. Fotografía, Javier Lorenzo Domínguez, por cortesía de la Fundación Hyatt.
Lins externos relacionados (video):
El trío RCR acepta el Premio Pritzker 2017
Eastwindmarketing links relacionados (plataforma antigua -edición inglesa-):
The Japanese Toyo Ito, Pritzker Price of Architecture 2013